FRACTAL: REAXXXXIÓN EN CADENA

Faltaríamos a la verdad si dijésemos que éste es uno de los regresos más esperados por la feligresía peruana. Peor aún si declarásemos que la suya fue una de las cintas más buscadas por los consumidores locales. A decir verdad, la notable maqueta epónima de Fractal pasó desapercibida para el público mayoritario -se trataba del vástago más inasible del colectivo experimental Crisálida Sónica, y si Espira o Hipnoascención no tuvieron mejor suerte, pues el dúo de Wilder Gonzales Agreda y Wilmer Ruiz menos.

Por supuesto, quienes nos dimos por enterados en su momento estamos de plácemes, ya que, ahora que la dupla ha anunciado concierto de reunión, tendremos una nueva ocasión de escuchar en directo tanto piezas del mítico demo fractálico como composiciones frescas (!!!). A continuación, una breve conversa con el siempre alucinado Wilder.

El Hexágono Carmesí: Han transcurrido once años desde la edición del cassette. ¿Qué recuerdos personales de aquella época, de la previa, del alargue?

Wilder Gonzales Agreda: Buenísimos recuerdos. Los 90s fueron realmente bellos y mágicos para mí, para mis amigos y más personas -como cuando recién conocí a los Hipnoascensión y ensayábamos primero en Tawantinsuyo (urbanización de Independencia), luego en San Felipe (de Comas). Escuché por primera vez a Spacemen 3 gracias a Juan Roldán, quien me puso “Lord Can You Hear Me?” en la azotea de Danny Caballero. Estábamos rodeados de hierba, mates, amplis, el wah de Hugo Medina, prasha krsna, el cielo -todo fue demasiado real. Es la clase de cosas que jamás olvidas, que atesorarás hasta el fin de tus días.

La época de Crisálida Sónica, está demás decirlo, también la cuento entre lo más increíble que se ha vivido en el Perú en siglos. Fue hermoso y radical mientras duró. Todos jovencísimos y amantes de la música, de las visiones, de lo etéreo; todo tan naif y espiritual... Realmente valió la pena vivir y ser joven en aquellos años.

EHC: Para cuando sacas Fractal, ¿ya había dejado Crisálida Sónica de existir como colectivo? ¿Seguían viéndose?

WGA: Fractal salió el 3 de diciembre de 1998. Y claro que nos seguíamos viendo. Aún hoy, si bien ya no con la adictiva frecuencia de antes. Quizás Crisálida Sónica se dispersó porque fuimos creciendo y el mundo convencional/adulto/formal fue teniendo más presencia en nuestras vidas. Es decir, o era eso o volvernos locos todos. En cierta manera creo que lo estamos. Pero... no sé, ya no tenemos 18 años.

EHC: ¿La maqueta la grabaste tú sólo o Fractal todavía era un grupo?

WGA: Un 80% lo grabé con Wilmer Ruiz, quien también estaba en Catervas (después estuvo en Resplandor). Wilmer y yo éramos Fractal. Y en realidad, cuando tocábamos en vivo, era todo un vuelo, algo super proyectado, espacial, psicodélico, minimal y por fuerza original; ya que, como he dicho en otras oportunidades, no tengo conocimiento académico musical. Por tanto, creo formas originales que seguramente a ojos de algún tradicionalista sonarán erróneas. Para nosotros, nunca.

EHC: Siempre se ha hablado, en términos de logística, de lo duro que fue poder hacer aquí música de vanguardia en los 90s. En el caso concreto de Fractal, ¿qué tan cierto es el socorrido alegato de la instrumentación disfuncional?

WGA: Al empezar, no tenía ningún instrumento, mucho menos pedales de efectos. Mis amigos me prestaban tecladitos y algunos pedales con los que me encerraba por horas a experimentar en mi búnker (sólo o con Wilmer). En esa época usé desde globos, piedras y maracas; hasta registros de campo hechos en construcciones en la ciudad con una grabadora de reportero. Todo ese material en bruto lo empleábamos en muchas piezas en vivo, números largos de una sola nota o hasta atonales y ambientales, algo que -para la época y el lugar- era nuevo.

Luego pude conseguir una pedalera de efectos, que es realmente un aparato imprescindible.   Con  ese   Zoom   4040 más   mi  casiotón  y  el   sinte  Casio   de Wilmer -otra joyita tecnológica casera- hicimos el cassette de Fractal.

EHC: ¿Hubo para Fractal alguna influencia fuerte que primase sobre las otras, musical o de cualquier tipo?

WGA: Sí. Está el factor espiritual que me ha rodeado desde siempre, desde que era niño, en el colegio o a través de lo que mis padres y familiares me inculcaban. De ahí a ir a contracorriente de todo, hay muy pocos pasos.

El mundo cambió para mí cuando escuché Spacemen 3. Todo cambió, todo se volvió puro, a pesar de estar insertado en algo tan sucio como este pálido remedo subdesarrollado de mundo occidental. Es algo que está demás explicar con palabras. Tienes que sentirlo y, como me dijo alguna vez Gabriel Castillo, haber nacido con ese estigma. Algo de lo que también se hablaba en las sesiones de Crisálida Sónica, claro.

EHC: Una de las más llamativas características de la maqueta es que no existe una mímesis concreta. Se pueden citar grupos, pero no son exactamente copiados. Y de hecho, hay gente que habla de dark ambient o industrial cósmico. Sin embargo, sabemos que ésos no eran/son precisamente tus intereses.

WGA: Si hay algún estilo al que yo me adheriría sin pensarlo dos veces es la psicodelia. Lo demás, la música industrial y el dark, son vertientes que he conocido de manera casi superflua, nunca me atrajeron tanto. Y es que he conocido tanta música, tantos grupos, que no me daba abasto para cubrirlo todo. Por ejemplo, conocí a Clan Of Xymox al mismo tiempo que el Loveless (Creation, 1991) de My Bloody Valentine. También a This Mortal Coil, Dead Can Dance, The Jam y Cactus World News al mismo tiempo que Slowdive, E.A.R. o The Dark Side. Tenía 16 años y mi espíritu me impelía a ir por lo abstracto, etéreo, sónico -lo volador. Creo que esa inclinación se debió a que siempre me he sentido atraído por la belleza, la de las flores, la del viento, la de una chica; y eso en mi juventud estuvo presente a cada momento, sin que yo lo decidiera o quiera incluso. ¡Qué paja fue!

EHC: ¿Por qué editar un documento visual como Llévame Más Alto (Superspace Records, 2004) tras un lustro de acabada la odisea Fractal?

WGA: En ese entonces, Luis Durand de Transparente sacó “del baúl de los recuerdos” esa cinta de VHS con el concierto de Fractal en el Rímac. Me animó a publicarlo y, con la ayuda de Renato Alvarado (de Pastizal), filmamos los diálogos que en ese disco aparecen. Valoro mucho lo que hice en Fractal, muchísimo. Por eso me pareció importante publicar el Llévame Más Alto en formato VCD, para que no se perdiera, como ha ido sucediendo con otros documentos que espero reaparezcan algún día.

En verdad, la gente no se imagina la gran cantidad de música que hicimos todos en la época de Crisálida Sónica, música tan proyectada, original y de un nivel tan alucinante... El público que asistió a los conciertos puede dar fe de ello. Ahí está el split de Evamuss con Fractal y aquel tema de 20 minutos en el lado B como imperecedero testigo.

EHC: ¿Sientes que tus proyectos posteriores han hecho evolucionar el primigenio concepto de Fractal o son cosas muy distintas?

WGA: Más que guiarme por conceptos, hago la música siguiendo sentimientos, sensaciones/estados que atesoro o quiero alcanzar permanentemente. Lo conceptual es un divertimento para mí: me parece válido, pero me emociono más cuando accedo a un elevado feeling.

EHC: ¿Y a qué se debe este concierto de reunión? ¿Quiénes participarán del reencuentro?

WGA: Wilmer y yo siempre hemos estado enterados de lo que el otro hacía. Ambos hemos seguido batallando en esto de hacer música distinta o no muy comercial. En los últimos años, la gente se ha ido enterando de lo que sucedió un poco antes acá, gracias a iniciativas valiosas como la Sonoteca de la Telefónica, revistas nacionales y extranjeras -sobre todo extranjeras, es necesario decirlo-, los blogs y distintas webs. Todo eso generó las ganas de juntarnos y volver a hacer música como Fractal. De hecho, no hace mucho se estuvo hablando de la posibilidad de realizar un concierto de reunión de Crisálida Sónica: de llevarse a cabo, sería algo decididamente mostrazo, ahora o cuando se dé.

El concierto de reunión de Fractal está programado para el viernes 12 de febrero en el Bar Acá No Más de la calle Cantuarias (331), a tres cuadras de la avenida Larco (Miraflores). Tocaremos algunos surcos de aquella época y otros nuevos. Justamente acabo de venir del ensayo con Wilmer y me encuentro muy emocionado por todo esto.

Rick Deckard

Fractal

(Independiente, 1998)

Al promediar 1997, el contingente francotirador de Crisálida Sónica empezó a abrir el horizonte de las propuestas sonoras nacionales con una maqueta que se ha reseñado anteriormente en este mismo blog: Compilación I -casi coincidiendo con el otro gran paradigma de renovación experimental, Infamia: Una Recopilación De Música Electrónica E Industrial (Grabaciones Infames, mismo año)-. Dieciocho meses más tarde, Fractal, grupo que perteneciera a CS y que, sin saberlo, guardaba algunas semejanzas con la ‘troupe’ del Infamia...; publicó un ciclópeo trabajo de 48 minutos que cuadró el círculo y puso de acuerdo -por poco tiempo- a toda la comunidad avant garde lorcha. Y es que era como si Blixa Bargeld, en vez de descargar su atávico horror postindustrial a través de los descojonantes discos de Einstürzende Neubauten, hubiera preferido hacerlo sublimándolo en música de ascendencia art deco.

Parecen ser dos las vetas exploradas en Fractal, no necesariamente separadas una de la otra. La primera, esencialmente instrumental, emerge en tracks como “¿C’o?” (codificación personal del vocablo “cuándo”), “Traslación”, “Colisión Matriz” y “Lekta”; no esculpidos bajo el mismo molde. “Colisión Matriz”, por ejemplo, es una oda lírica al cósmico big bang, elaborada a partir de múltiples líneas  de  instrumentación: la  del bajo  que  no  utiliza  sino  dos  notas -contadas veces 3 o más-, la de los burbujeantes teclados minimalistas hasta producirle al oyente una sensación de vaga inquietud, la de la(s) pedalera(s) en shock, etc. Pasa algo similar con “Lekta”, un primero de mayo en Moscú para todas las cacofonías habidas y por haber, donde Wilder y Wilmer se valen de lo que tienen a la mano para extraer sonidos que incorporar (modalidad análoga a la de los citados Neubauten). “¿C’o?” y “Traslación” comparten esa estética timbral -pero, a diferencia de las anteriores, son producto, más que de esterillas sónicas entretejidas, de una interacción entre todas las herramientas pulsadas. Ambas, además, prefieren bajarle el tono a las texturas agresivas y acercarse al ruido ondulante/ambient cosmogónico de E.A.R. cosecha Beyond The Pale (Big Cat UK Records, 1996).

De otro lado, temas como “Ilumíname”, la relectura glaseada de neopsicodelia de “Soy Tuyo Señor” -apareció por primera vez en el Alustru (Bla), split con Evamuss de 1998- y la exasperante “(Fixin’ To) Die”; sugieren una segunda veta vocal, no del todo descifrable debido a las rugosidades crudas, los relámpagos de música concreta, los destellos de dark e industrial que pululan en todo el tape. Estas pistas se hallan más cerca de “Traslación” y “¿C’o?” por su naturaleza unitaria, no modélica -bajo, secuencias, programaciones, maracas, globos y demás andan de a una; sin que puedan distinguirse capas/caras facetadas de instrumentación.

Tal cual ocurre en el art deco, los climas de este Fractal rebosan monumentalidad, no pocos guiños en su método compositivo al cubismo y al constructivismo, una solidez avasalladora y un contagiante futurismo psicodélico (característica que el grupo añade). Es decir, una bolsa amniótica sin abrir/una nube magallánica que se alimenta del serialismo y el postindustrial -aunque es bien sabido que los Fractal no conocían, o conocían muy superficialmente, estos discursos. No importa: con lo que muestran les basta para sindicarlos como el nexo que nunca fue entre el ambient y el industrial -el combo más avezado del colectivo Crisálida Sónica. Se merecen mínimo un parque con su nombre.

Hákim de Merv

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