Jorge Eduardo Eielson, Sebastián Salazar Bondy y Javier Sologuren.
La Poesía Contemporánea Del Perú (1946).
Edición facsimilar. Carátula e ilustraciones de Fernando De Szyszlo.
Estudio preliminar (“La Poesía Contemporánea Del Perú: En Defensa De La Poesía”, pp. XI-LXXIII) de Inmaculada Lergo Martín. Lima-Ica: Biblioteca Abraham Valdelomar, mayo 2013. 156 pp. (Colección La Fuente Escondida; 8).
Las antologías de poesía peruana siempre han estado maniatadas por diversos prejuicios y suspicacias. Es muy difícil encontrar una que haya sido lo bastante democrática como para quejarnos de todas las demás. En principio, las antologías no solamente sirven para dar a conocer autores y textos tal vez un tanto rebuscados, sino para (en tiempos recientes) ir determinando subrepticiamente un canon y de esa forma depurar, a modo de darwiniana selección natural; hasta quedarse con quienes -según las incuestionables razones de los antólogos- son los escritores más sobresalientes de determinada época o estilo. Es decir, lo que Juan Ramón Jiménez llamaba “antojología”. Bastará con revisar las editadas en los últimos años por Ricardo González Vigil (1999), Harold Alva (2005) (1), Paul Guillén (2005) y José Miguel Oviedo (2008), por citar algunas.
El germen de esta anomalía puede rastrearse desde los confines de la literatura republicana, tal vez desde los criterios obtusos de Ventura García Calderón, José De La Riva Agüero y Clemente Palma: la ceguera de aquellos críticos yacía, como sabemos, en la lucha de clases y en la diferencia de razas. Discernimientos que fueron en cierta manera combatidos por Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui y Estuardo Núñez a partir de 1919, año en que César Vallejo da al público Los Heraldos Negros. Las cosas no cambiaron mucho con el ascenso a la palestra de José María Eguren en 1929 gracias al homenaje de la revista Amauta, o cuando Vallejo logra publicar la segunda edición (1930, en España) de su obra maestra Trilce (1922). José Santos Chocano, coronado con hojas de laurel también en el año de 1922, seguiría siendo “el poeta por excelencia” hasta su muerte en 1934. Vallejo fallece en 1938 y Eguren en 1942. Viéndolo así, la poesía peruana parecía estar huérfana o viuda.
Hacia 1946, tres jóvenes poetas se dispusieron a articular una antología que representara sus determinados gustos y que también marcara un derrotero para lo que vendría. De alguna manera, estos clarividentes mozos vieron el vacío en que se encontraba la poesía peruana y decidieron tachonar ese hueco con la presente selección. Como bien apunta Lergo Martín, hubo varias tentativas de formar una identidad nacional a través de anteriores florilegios, pero los tiempos convulsos que atravesó el Perú (1930-1948) no permitieron esa unidad, y se formaron diversas ideologías que urdieron más en la descomposición social. La Poesía Contemporánea Del Perú (1946) no fue la excepción, pues con el devenir de los años marcaría una propuesta que se cimentaba en las obras de Eguren y Vallejo, verdaderos gestores de la poesía del siglo XX (2).
Precisamente, la antología se inicia con el breve ensayo “La Poesía Nueva Del Perú” (pp. 7-13), firmado por Sebastián Salazar Bondy, en el que de un plumazo desplaza a Manuel González Prada y a Chocano (y de paso a Leónidas Yerovi y a Alejandro Peralta) como dignos representantes del novecientos, ya que para ese año la actividad poética en otros países se había desembarazado de lo decimonónico, y se celebraba lo vanguardista con Apollinaire, Rilke, Eliot, etc. Vergüenza debieron de sentir, pues, estos jóvenes poetas al ver que en su patria se seguía celebrando “el estribillo o el sonsonete” de Chocano y compañía ¡en 1946!, cuando por ejemplo Altazor (1931) de Vicente Huidobro ya era la piedra angular de la moderna poesía chilena (3) -mientras que Trilce seguía siendo la Cenicienta del continente.
Los escogidos, además de Eguren y Vallejo, fueron Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Xavier Abril, Enrique Peña Barrenechea, Ricardo Peña Barrenechea y Carlos Oquendo De Amat. De cada uno se muestra una buena selección de sus obras poéticas, antecedidas por un comentario de los tres jóvenes poetas. En el caso de Eguren y Vallejo, no hay discusión que valga: fueron la base del resto de la historia de la poesía peruana, ya que sus obras estaban en proceso de ser masificadas y admiradas en Hispanoamérica y el mundo entero. Pero en cambio, Oquendo y Adán apenas tenían un librito editado cada uno (5 Metros De Poemas y La Rosa De La Espinela, respectivamente). Westphalen editó sus dos primeros libros entre 1933 y 1935 (su tercer libro se publicaría ¡en 1980!), mientras que Abril y los hermanos Peña sí tenían una considerable cantidad de libros. No veo muy democrática, entonces, la arbitrariedad con que se dio la selección, sobre todo en el caso de Adán (mejor hubiera sido seleccionar los “Poemas Underwood” contenidos en su nouvelle La Casa De Cartón, que poner más rimas objetables copiadas del romancero español barroco).
Con el paso de los años, evidenciando la depuración a la que nos referíamos antes, las obras de los hermanos Peña han sido olvidadas, pues salvo Cinema De Los Sentidos Puros (1931), de Enrique, todas están envueltas por una malsana nostalgia peninsular, rememorando con lagrimones a Bécquer o a Góngora. Casi lo mismo ocurrió con Xavier Abril, quien de haber sido uno de los primeros poetas latinoamericanos en ser calificado como surrealista, pasó a ser un rimador más (sonetista o decimista como Adán), tanto o más melancólico que los Peña. Mejor suerte han tenidos algunos de estos poetas con las generaciones subsiguientes, pero con altibajos o en direcciones erróneas. Por ejemplo, pienso que quienes actualmente alaban por sobre todo a Oquendo De Amat son falsos admiradores, ya que para elogiar sus 5 Metros De Poemas por lo menos hay que haber visto (aunque sea en YouTube) las películas de Mary Pickford o de Rodolfo Valentino. Lo propio debe ocurrirles a los lectores del siglo XXI con la obra de Westphalen, ya que sus resplandecientes metáforas deben parecerles admirables desvaríos burgueses de mediados del siglo XX.
La pregunta que ronda, pues, nuestras objeciones es: ¿por qué se seleccionó a estos poetas y a otros no? Tal vez por el purismo que supuestamente inspiraban al asumir su “oficio”; es decir, Eguren, Adán, Abril, y Westphalen eran poetas a toda prueba, no eran profesores de escuela primaria en un colegio de provincia o letrados de medio tiempo como muchos otros lo fueron, y que tenían por hobbie escribir poemas los domingos (en este calificativo encajan muchos de los nombrados en el párrafo siguiente). Para los antólogos esa condición era primordial, porque ellos también asumieron dicha condición: entregarse a la poesía ante todo y contra todo. Así veremos que todo lo que tocaba Eielson se convertía en arte-poema, Salazar Bondy fue un escritor polifacético (4), y Sologuren fue poeta por encima de todas sus actividades. Así pues, aquellos poetas maestros o con tendencias sociales estaban contaminados, no eran puristas literarios, y por tanto no encajaban con la visión de los antólogos (enmarcada, sin duda, por la vida y obra de autores como Rilke o Valéry) acerca de lo que era un poeta a prueba de balas. Esa visión cambiaría con el pasar de las siguientes décadas, sobre todo cuando se hacen manifiestas las proclamas del grupo Hora Zero en 1970, en las que el poeta es ante todo un trabajador de la vida y que no solamente debe estar encerrado en su bendita torre de marfil. Los poemas y declaraciones de Hora Zero darían vitalidad a la poesía peruana y darían pie a una nueva amalgama de poetas, sobre todo de las provincias del Perú (5).
Uno puede especular: ¿por qué se escogió solamente a aquellos 8 poetas, cuando en el Perú hubo una gran variedad de autores? Tal vez los prejuicios no son exclusivos de los críticos y antólogos del siglo XXI, y habría que interpretar que Eielson-Salazar-Sologuren no eran tan democráticos o magisteriales como todos pensábamos. Una lista de los poetas y de las posibles objeciones para no ser seleccionados (si me permiten ser irónico) quizás nos ayuden a dilucidar sus discutibles límites: a Alcides Spelucín por ser amigo de César Vallejo, a César Atahualpa Rodríguez por anacrónico, a Alberto Mostajo por haber accedido al cosmos infinito, a Juan Parra Del Riego por haber sido adoptado por Uruguay y por chocanesco, a Alberto Hidalgo por extremista y estalinista, a Alejandro Peralta por indigenista circunstancial, a Gamaliel Churata por aymara incomprensible, a Juan Luis Velásquez por perfilarse de frente, a Adalberto Varallanos por falso cosmopolita, a Magda Portal por mujer absorta, a César Moro por francófilo y uranista, a Rafael Méndez Dorich por ser amigo de César Moro, a Luis Valle Goicochea por haber sido seminarista y aniñado, a Vicente Azar por olvidadizo, a Augusto Tamayo Vargas por memorioso, a José Alfredo Hernández por agitado, a César Miró por oligarca, a Luis Fabio Xammar por ser fanático de Abraham Valdelomar, a Julio Garrido Malaver, a Serafín Delmar y a Julián Petrovick por apro-comunistas; a José María Arguedas por mocito, a Nicanor de la Fuente “Nixa” por juglaresco, a Manuel Moreno Jimeno por parasurrealista, a Juan Ríos por quijotesco, a Mario Florián por andinista hispanizante, etc.
Caso aparte son las notas introductorias por parte de los antólogos, que son una muestra de la evolución de la crítica literaria peruana, misma que pasó del impresionismo biografista de principios del siglo al estructuralismo a fines de los 60s. Actualmente, el análisis literario se debate entre un postimpresionismo y una decadencia de la labor del crítico ante la cercanía entre público y autor. La crítica literaria también tienes sus enredos, y en las introducciones se evidencia esa falta de distanciamiento entre obra y persona. Recordemos que Westphalen fue el maestro de estos tres jóvenes poetas, y que sin su guía no hubieran visto más allá del cosmopolitismo del que se nutrían (para que su círculo de amigos no se vea tan europeizante, se reclutó a J.M. Arguedas a fin de darle un poco de color a las reuniones). Por influencia, sin duda, del autor de Abolición De La Muerte es que se enlista a estos 8 poetas para no ir solitarios hacia las tinieblas del futuro incierto (sobre todo tras la gran conflagración mundial que casi destruye la amada Europa). Pero aún hoy la crítica literaria sigue siendo amical o vinculante. Tómese por ejemplo a la revista de literatura Lucerna, en cuyos últimos números (#2, marzo 2013, y #3, julio 2013) se publican ensayos sobre autores de los siglos XIX y XX con harta literatura crítica, como González Prada, Adán, Huidobro, Onetti, Pessoa, Vallejo, Kawabata, Ribeyro, Oquendo de Amat, Varela, Proust, Eielson -e incluso de más atrás como Góngora, siendo solamente dos los autores, anglosajones además, surgidos luego de la primera mitad del siglo XX a quienes se les dedican estudios: John Maxwell Coetzee (#2, pp. 48-53) y John Banville (#3, pp. 26-29). ¿Para qué escribir y rellenar páginas con ensayos sobre estos autores que ya tienen amplias bibliografías críticas, si hay otros autores peruanos de gran valía que no tienen estudios críticos, como Armando Rojas, Samuel Cardinch, Alfonso Cisneros Cox, Rossella Di Paolo o Lorenzo Helguero, por nombrar algunos? ¿Para quedar bien con los críticos de fuste y con los catedráticos de ciertas universidades? ¿Para alinearse con el canon occidental o nacional? Lo dicho: la crítica literaria en Perú también tiene sus vericuetos.
En fin, retomando el asunto de fondo, una vez que se da una antología los autores de la misma quedan a merced de los conocedores en su mesa de disección. No faltará recordar que muchas antología poéticas peruanas de los últimos años han sido muy discutidas y debatidas (6). Bueno, pero para los buenos y malos gustos justamente están esos antólogos caradura, forrados de yelmo y panoplia por si les cae bosta del cielo; los que de alguna manera, cual maestro de marionetas, tienen los hilos bien asidos en su maloliente teatrín malévolo.
El vibrante y escrupuloso estudio preliminar de la catedrática Inmaculada Lergo Martín (Sevilla, 1957) es, como dice en su nota al pie número 23, un resumen de su libro Antologías Poéticas Peruanas (1853-1967). Búsqueda y consolidación de una literatura nacional (Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2008): “Estas páginas muestran en gran medida parte del trabajo realizado en este volumen, habiéndose ampliado en ciertos aspectos”, estudio que fuera su tesis de doctorado en la referida universidad sevillana.
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Precio en librerías.- Como todos los libros de La Fuente Escondida, la presente es una edición no venal (explicación para los neófitos: que no está a la venta). Solamente algunos tendremos la suerte de poseerlo y leerlo.
Relación del crítico con los autores.- Cuando yo nací, Salazar Bondy ya había fallecido. A Eielson nunca quise conocerlo. A Sologuren lo visité varias veces en su casa de Surco entre 1997 y 1998, y fue tan amable conmigo que siempre lo recordaré como maestro y guía.
Diskette para guardar este documento.- S/. 0.50
Viáticos (Línea 1 – Metro de Lima; viaje de ida y vuelta al Malecón de La Huacachina).- S/. 26.80
Escribir esta reseña.- No tiene precio.
Para todo lo demás existe La Sagrada Familia.
Antonio De Saavedra
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1 Para saber más sobre esta antología, por favor véase el siguiente link, http://haroldalvaviale.blogspot.com/2011/04/sobre-una-antologia-noventera.html, en el que el propio Harold Alva cuenta pormenores de su hechura: quien realmente realizó la selección fue el poeta Héctor Ñaupari, que se autoincluyó en el libro, pero al parecer Alva se inmoló por la gran amistad que tenía con Ñaupari.
2 Es sintomático que esta antología se publique en diciembre del año 1946, ya que al año siguiente surge el primer número de la importante revista de artes y literatura Las Moradas, dirigida por Westphalen. 1947 también ve nacer a poetas con sus primeros libros, como los arequipeños Jorge Bacacorzo (Pan Y Rebeliones) y Gustavo Valcárcel (Confín Del Tiempo Y De La Rosa) -este último ganó dos premios importantes ese año con el mencionado libro: el Premio Nacional de Poesía y el Primer Premio de los Juegos Florales de la Universidad de San Marcos. Además, Manuel Moreno Jimeno publica su tercer poemario, La Noche Ciega; y Sologuren publica su segundo poemario, el innovador Detenimientos. También en ese año, el padre Rubén Vargas Ugarte publica las Obras de don Juan del Valle y Caviedes (primer intento de sus obras completas), por no mencionar que desde 1936 (cuando se da a conocer la Nueva Coronica y Buen Gobierno, de don Felipe Guaman Poma De Ayala) hasta 1946 (en que se edita Los Orígenes de los Incas, de fray Martín De Murúa) mucho material histórico-literario de la conquista y el virreinato se fue dando al público por destacados filólogos e historiadores.
3 Con el surgimiento, entre otros, de los poetas Rosamel Del Valle, Eduardo Anguita, Juan Emar, Nicanor Parra, de los miembros del grupo La Mandrágora, y luego de Gonzalo Rojas.
4 Recuérdese lo que dice en su poema “Testamento Ológrafo” (del libro póstumo El Tacto De La Araña. Sombras Como Cosas Sólidas, 1966, p. 9):
Dejo mis alas a medio batir, mi máquina
que como un pequeño caballo galopó año tras año
en busca de la fuente del orgullo donde la muerte muere.
Dejo varias libretas agusanadas por la pereza,
unas cuantas díscolas imágenes del mundo
y entre grandes relámpagos algún llanto
que tuve como un poco de sucio polvo en los dientes.
5 Sin embargo, las formulaciones de HZ darían pie al surgimiento de, por ejemplo, las horrorosas obras de Enrique Verástegui, de Domingo De Ramos, de Miguel Ángel Huamán, o de Monserrat Álvarez, por nombrar algunos.
6 La última gran discusión se dio luego de publicarse la selección de Carlos López Degregori, Luis Fernando Chueca, José Güich Rodríguez y Alejandro Susti Gonzales, titulada Espléndida Iracundia: Antología Consultada De La Poesía Peruana 1968-2008 (2009), que fue muy criticada por Jorge Pimentel y Tulio Mora, miembros e ideólogos del grupo Hora Zero. Para ahondar más en el tema, véase los siguientes links:
* Espléndida iracundia. Antología Consultada De La Poesía Peruana 1968-2008:
* Resultados. Antología consultada de la poesía peruana 1968-2008:
* Una encuesta cobarde: Texto firmado por Tulio Mora y Jorge Pimentel que se refiere a los resultados de la antología consultada preparada por López Degregori, Chueca, Güich y Susti:
* Declaraciones y aclaraciones. A propósito de la infamante “Carta Abierta” de Tulio Mora y Jorge Pimentel. Texto firmado por Luis Fernando Chueca, José Güich Rodríguez, Carlos López Degregori, Alejandro Susti Gonzales:
* Estos Once (Ontología Consultada). Antología Poética Vs. Una Ética De Antología. Texto de Gustavo Faverón: http://puenteareo1.blogspot.com/2011/01/estos-once-ontologia-consultada.html
ENLACES RECOMENDADOS
http://larepublica.pe/blogs/libros/2013/09/02/la-poesia-contemporanea-del-peru/ (reseña de Javier Ágreda, en diario La República).
http://funcionlenguaje.com/rincon-bibliografico/la-poesia-contemporanea-del-peru.html (reseña sin firmar en Función Lenguaje: Centro de Literatura Aplicada de Madrid).
1 comentarios:
Para elogiar los 5 Metros de Poemas hay que haber visto las películas de Mary Pickford o de Rodolfo Valentino?
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