EL TÚNEL, DE ERNESTO SÁBATO: EL ALTÍSIMO PRECIO DE LA OBSESIÓN

7 de marzo de 2014

 

Hay pocas cosas tan nocivas y molestas como tener pensamientos obsesivos. Por lo general, éstos se refieren a imágenes, ideas o palabras que se imponen en la conciencia de la persona en contra de su voluntad, privándole temporalmente de la capacidad de pensar y actuar como desearía. A diferencia del delirio, la persona obsesiva sabe que lo que piensa no está bien, pero aún así continúa pensando y actuando de acuerdo a los dictados de esa apabullante vocecilla. Por lo tanto, cabría hacerse la pregunta: ¿cómo liberarse de la sutil influencia de una presión que, poco a poco, nos va seduciendo hasta el punto de volvernos incapaces de refrenar nuestras más oscuras pasiones?

Para dejar en claro ésta y otras posibles interrogantes, presentamos un breve análisis de El Túnel, una de las novelas más importantes del incisivo escritor argentino Ernesto Sábato.

DE LA FÍSICA A LA LITERATURA

Ernesto Sábato nació el 24 de junio de 1911 en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires (Argentina). Hijo de Francesco Sábato y Giovanna María Ferrari (inmigrantes italianos provenientes de Calabria), su familia pertenecía a esa clase media que el propio Sábato definió como “clásica y jerárquica” -sobre ellos, declaró a uno de sus biógrafos: “Mi padre era severísimo y yo le tenía terror, mi madre me escondía debajo de la cama matrimonial para evitarme un castigo”. Egresó en 1924 de la escuela primaria de Rojas y viajó a La Plata, donde cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional De La Plata: allí conoció al profesor Pedro Henríquez Ureña, a quien luego citaría como inspiración para su carrera literaria. En 1929, ingresó a la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad Nacional De La Plata.

En 1933, Sábato fue elegido Secretario General de la Federación Juvenil Comunista. En un curso sobre marxismo, conoció a Matilde Kusminsky Richter, estudiante de 17 años que abandonó la casa de sus padres para vivir con él. Matilde pronto se convertiría en su esposa y compañera hasta su muerte (1989). En 1934 fue enviado a las Escuelas Leninistas de Moscú, pero hizo escala en Bruselas como delegado del Partido Comunista de la Argentina al Congreso contra el Fascismo y la Guerra. Una vez allí, temiendo que de ir a Moscú no regresaría, abandonó el Congreso y huyó a París, donde escribió su primera novela, llamada La Fuente Muda.

Sábato regresó a Buenos Aires en 1936, contrayendo en esta ciudad nupcias civiles con Matilde. En 1938, obtuvo el Doctorado en Física en la Universidad Nacional De La Plata. Gracias a Bernardo Houssay, le fue concedida una beca anual para realizar trabajos de investigación sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie en París. El 25 de mayo de 1938 nació su primer hijo, Jorge Federico. En 1939, fue transferido al Massachusetts Institute Of Technology (MIT), por lo que abandonó París antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Regresó a Argentina en 1940, donde trabajó como profesor en la Universidad De La Plata, en la cátedra de ingreso a Ingeniería y en un postgrado sobre Relatividad y Mecánica Cuántica.

En 1945, Sábato se vio obligado a abandonar la enseñanza tras perder su cátedra a causa de unos artículos que escribió contra Perón. Aquel mismo año publicó su ensayo Uno Y El Universo, en el que criticaba el reduccionismo en que desembocaba el enfoque científico. El ensayo prefiguraba buena parte de los rasgos fundamentales de su producción literaria: brillantez expositiva, introspección, psicologismo y cierta grandilocuencia retórica.

Su carrera en las letras estuvo influida desde el principio por el experimentalismo y por el alto contenido intelectual de sus obras, marcadas por una problemática de raíz existencialista. El Túnel (1948) ahonda en las contradicciones e imposibilidades del Amor, mientras que Sobre Héroes Y Tumbas (1962) presenta una estructura más compleja, en que los diversos niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de la historia argentina en una reflexión caracterizada por un creciente pesimismo. Ambas novelas tuvieron gran repercusión y situaron a Sábato entre los grandes novelistas latinoamericanos del siglo XX. El autor dejó este mundo el 30 de abril del 2011, por causa de una bronquitis que lo aquejaba desde tiempo atrás.

BUSCANDO DESESPERADAMENTE A MARÍA

El Túnel comienza cuando el pintor Juan Pablo Castel confiesa ser la persona que asesinó a María, que está preso por eso y que decide escribir su historia detallando cómo fue que ambos se conocieron. Castel estaba en una exposición donde sus cuadros eran admirados por mucha gente. Allí se exhibía el cuadro de una ventana con una playa llamado Maternidad, que nadie notaba pero que era muy significativo para él. De repente, una mujer lo observa y él queda pasmado al ver cómo contempla tan detenidamente ese cuadro. Él la busca, pero no la encuentra entre la multitud. Castel se “desespera” y piensa en todas las posibilidades que puede haber para poder hablar con ella. Pasan varios meses y no la vuelve a ver. Día tras día piensa en ella -y se va obsesionando con ella. Después de mucho tiempo, Castel la ve por la calle, y nuevamente empieza a imaginar qué podría decirle o con qué excusa podría abordarla.

En la cima de su tormento mental, cuando se convence de que la comunión definitiva con esta mujer, que se llama María, es imposible; cruza por su mente la idea del suicidio. Entonces se advierte que Castel en realidad está obsesionado consigo mismo, puesto que María no es más que una extensión de su yo: “la casa de su espíritu ya en ruinas” (influencia shakesperiana implícita en su soliloquio mental, algo muy propio del existencialismo). Castel se odia a sí mismo por ser en esencia una persona ordinaria, con el grave defecto de no poder gozar como cualquier otro -se establece una búsqueda de auto punición. El pintor, con estos últimos pensamientos metafóricos, no hace más que ponerse un pedestal por debajo de la “gente común”, ocultando así su derrota tras una tácita adjetivación aplicada a sí mismo: trascendental.

El excelso tratamiento de la soledad y de la incomunicación, de la muerte puesta bajo la mirada de la idea de suicidio (y de la muerte como paradójico intento de unión definitiva a través del asesinato), la cuestión del “ser o no ser” y una sumersión profunda hacia el mundo sin sentido y sus máscaras; conforman el retrato perfecto de esta novela metafísica que fluye entre temas más terrenales como los celos, el sexo y el crimen -de manera tal que el lector se transforma en un Castel que, simplemente, no puede detenerse en su propia vorágine, viéndose obligado a llegar al final de la historia, respirando los por qué mientras bucea por ese mismo túnel, y termina (sin saberlo) habiendo leído un ensayo encubierto tras una perfecta máscara de ficción.

Desde el principio y a lo largo de la historia, Castel, sus pensamientos y su realidad; dejan un par de evidencias que deben llevarse a juicio. Por un lado, el pintor vive sin tener consciencia de la temporalidad. Es aquí y ahora lo único relevante, y ni para bien ni para mal echa un vistazo al futuro. No hace referencia a objetivos personales, no visualiza ni cielos ni infiernos posibles, no da señales de desear algo más en la vida que no sea satisfacer sus necesidades primarias -trascendentales y mundanas- en ese “aquí y ahora”. Por otro lado, sus rechazos y su sensibilidad extrema lo ubican dentro de un túnel que lo mantiene separado del ancho mundo. En el marco de esta soledad, Castel aparece como un ente sin vida propia, alguien incapaz de sobrellevar una existencia autosuficiente, o de obtener una perspectiva de su realidad que acaso no resulte tan dramática y absolutista.

LA DESOLADORA REALIDAD

El Túnel es una pieza emblemática para la corriente de los nuevos novelistas latinoamericanos del siglo XX, quienes sumergieron al Hombre en su realidad. A partir del uso de la primera persona, los autores reflejan el tormento del hombre moderno, sus fantasmas, sus ambigüedades y las temáticas de la soledad, la muerte y de una existencia carente de sentido. De esta forma, ponen al lector como uno de los actores principales de esta nueva corriente, como parte de esa realidad retratada mediante el cosmos psicológico de sus personajes, sus sistemas internos con sus órbitas de pensamientos y torturas.

El Túnel es una obra impresionante que reúne las características generales de la novelística del siglo XX. El personaje ocupa un papel más que central, casi se podría jugar con la idea de que se trata de una novela unipersonal: valiéndose de la intersubjetividad, todo personaje que no sea Castel aparece completamente indescifrable, ambiguo, onírico; ya que estos son creados ni más ni menos que por la visión o la opinión que el narrador tiene de ellos. Nadie aparece retratado objetivamente, y sin dudas es María quien representa la parte más conspicua de esta óptica -aparece como un desdoblamiento del propio Castel, como su alter ego, tanto que si Sábato hubiera escrito un desenlace en el cual Castel asesinara a María y, de pronto se diera cuenta de que en realidad se estuviera suicidando; hubiera sido sorpresivo pero de ninguna manera desatinado.


En el “Interrogatorio Preliminar” del ensayo El Escritor Y Sus Fantasmas, Sábato admite que el hecho de escribir novelas le resulta sumamente dificultoso. Dice el autor: “Me atormenta mucho, no es un goce ni un pasatiempo". A pesar de esta falta de placer a la hora de trabajar en una novela, Sábato considera que en la ficción -con respecto al ensayo- puede establecerse una mayor autenticidad en cuanto a los temas que se traten. Esto se debe sobre todo a que en la ficción le es posible apelar a diferentes puntos de vista, a propósito de la realidad según cada personaje. Asimismo, el triángulo compuesto por autor, narrador y personaje; da la posibilidad de exponer con verosimilitud y armonía todos los procesos tempestuosos que el existencialismo se propone desvelar en su intento de mostrar al hombre moderno su vacío existencial.

El Túnel tiene la forma de una novela cuya suma de contenidos da por resultado un género algo distante que parece prevalecer a partir del primer capítulo. No se trata de un policial, a pesar de que Sábato impone a su protagonista comenzar la historia confesando el crimen que cometerá en dos equinoccios: en el de la historia misma por un lado, y en el de la personalidad doble de Juan Pablo Castel. Mientras que en el inicio, al confesar su crimen, convierte al lector en una suerte de cómplice pasivo (aparece su faceta fría y coherente), en el final se descubre al monstruo pasional oculto tras los pensamientos lógicos de una mente calculadora.

Podemos concluir que las personas obsesivas pueden ser fuertes y tener éxito en otros aspectos de su vida, pero son vulnerables al rechazo y no tienen control de sí mismas. Una infancia difícil y traumática parece dar la explicación de este trastorno. En algunos casos, la obsesión amorosa no es una consecuencia natural de la pasión, sino de la inseguridad y de la necesidad de merecer afecto. Se manifiesta como un amor enfermizo y engañoso, que es capaz de movernos hacia un abismo de locura -donde la única voluntad es querer arriesgar todo, hasta perderlo todo. Todo, hasta la libertad y la propia vida.

Jorge Antonio Buckingham


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